Fue corsario en tiempos de Carlos IV, embarcado en la fragata Amelie de la flota franco española, perteneciente al Escuadrón Roquefort francés, compuesto por media docena de navíos de línea y fragatas, luchó de forma incansable contra los ingleses en el Mediterráneo.
Fue en aquellos años cuando forjó una estrecha amistad con un capitán francés, quien le salvo la vida de morir bajo los mandobles de un oficial de la Royal Navy. Huído de la justicia por asesinar a un teniente español en turbias circunstancias, se refugió en Cataluña donde creció su odio por los españoles y formó una partida de bandoleros conocida como La Embrolla, que asolaba los pueblos vecinos de Tarragona.
El azar quiso que en una de sus visitas a la ciudad abaluartada se topara con su antiguo camarada francés, quien le propuso ganar muchos reales si se ponía él y sus hombres a su disposición. Escuchado el plan que maquinaba aquel oficial bonapartista no tuvo reparo alguno en ponerse bajo su mando. Ahora es un temible lacayo, frío y despiadado que se enfrenta al Teniente Fábregas, a los comisionados de Cádiz y a Mingo Prats y su cuadrilla de somatenes.
Mingo está deseando tenerlo enfrente.
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